Jaque Temple
y tino dio el juego milenario a mis jóvenes viejas contingencias. En él supe de
audacias y prudencias, de tesón, de respeto al adversario. Ya no leo en los
libros, ni en el diario, aperturas, defensas, contraataques. La partida
evidencia mis achaques y el rigor del reloj y los rivales. Tendrá Dios, en un
libro de Finales, la jugada elusiva de mi jaque.
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