Los minutos que el
vértigo acelera
a la vez son obsequio y
tiranía.
Los relojes apuran a los
días
reciclando las horas en
su esfera.
No cambia, de los años la
carrera ,
ni su velocidad, ni su
sentido.
Se lleva para siempre lo
vivido
y trae, por bromear con la
impiedad,
un chiste de vacía
eternidad
al término del tiempo
concedido.
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