Te digo que al tratar de igual a igual
a alguno como vos, que escribe cosas,
nos surgen vanidades jactanciosas
y cierta mezquindad en general.
Espera tu lector (y es natural)
que leas, a tu vez, sus poesías.
Pero otros, que son peores todavía,
con aires de poetas exquisitos,
te vienen con el mismo requisito
y minga de leer tus tonterías.
Ocurre, que al juzgar los versos tuyos,
personas normalísimas quizás,
se van en alabanzas y ahí nomás
pretenden embocarte con los suyos.
En esa pretensión también me incluyo
si tengo que leer lo que otro hizo.
Mi aplauso se lo doy por compromiso
y al toque le sacudo mis tesoros,
que yo, de ponderar capolavoros,
ya tengo los elogios por el piso.