La antorcha que llevé, hoy otras
manos
la llevan y su llama no se extingue:
en esta profesión que nos distingue
cierto fuego nos honra como humanos.
Mis años de labor no han sido vanos
si entregué lo mejor de mí al
paciente,
si el colega me ha visto consecuente,
si a maestros y padres no he fallado.
Una hermosa familia está a mi lado
y comienzo una vida diferente.
Mi carrera termino en este instante
cuando aún no ensayé de viejo choto.
El momento revivo en una foto,
miro atrás y también hacia adelante.
Sentimientos cercanos y distantes
su agridulce sabor van destilando
y persiste mi mente, recordando
la anestesia postrera, última, sí.
Ya no habrá otro paciente para mí,
“chau quirófano”, pienso... y voy
andando.
Mazzocchi,
29-8-13
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Muy bueno primo. Sólo que espero que el sabor agridulce se vuelva tan solo satisfacción de la tarea bien realizada, que fue y es apreciada por tanta gente. Aún si no te pueden agradecer, por pasar a formar parte de la multitud de personas que pasan fugaces por nuestra vida y siguen por otros caminos.
ResponderEliminarGracias por lo que decís y por iniciar los comentarios.
EliminarDoc!!!
ResponderEliminarAnte todo muchas gracias por permitirme ingresar a su mundo de letras y dejarme disfrutar de sus escritos.
Se me ha erizado la piel con este poema y admito que me hecho emocionar. He disfrutado mucho de su trabajo, de su profesión y de cálidez humana a lo largo de mis 6 años junto al equipo de cabeza y cuello (el 23/04/2014, he cumplido 7 años).
Doc... mis respetos y mi admiración!
Gracias es palabra breve
Eliminarque ojalá me alcance hoy.
En las gracias que te doy
va la llama que me mueve.