Me molesta que se
venda
una raya de
pintura
como pista muy
segura,
ciclovía o
bicisenda.
Que se imponga y se
pretenda
su exclusivo corredor
cuando el flujo
automotor,
al ciclista que
se obstina,
le demuestra en
cada esquina
cómo ejerce su
rigor.
Lamentable
ciclovía,
simple franja de
calzada,
de la nada hacia
la nada,
quieta, estúpida,
vacía.
Brinda poca
garantía,
es carísima, es
estrecha
y el peligro siempre
acecha
de salir
atropellado
y quedar destartalado
para toda la
cosecha.
Devalúa las viviendas
y lo que antes
fue lugar
para andar y
estacionar,
se hace necia, inútil
senda.
El político que
entienda
de su rol y su
papel,
ciclovías a
granel
haga sí, de mil
amores,
¡pero lejos de
motores
y sin cruces a
nivel!