domingo, 18 de diciembre de 2016

Contador


Necesita de templanza,
contador, tu profesión,
porque mezcla en la ecuación
el dinero y la confianza.
Ya no tengo la bonanza,
de mis épocas de brillo,
pero rasca en mi bolsillo
el voraz recaudador.
Defendéme, contador,
que me deja en calzoncillo.

De mi vida a todo el fruto
otra vez le cae el fisco
y mordisco tras mordisco
va quedando diminuto.
Ya no existe aquel canuto
que escondía mi guitarra.
De la AFIP la ruda garra
estirándose me alcanza
y poniendo está la gansa,

este gil garpa la farra.

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