martes, 3 de octubre de 2017

La tabla se cae


En este lugar sagrado
donde acude tanta gente,
no presumo de valiente
pero vengo re-jugado.
Ya pelé con desenfado
y será mi acto de arrojo
exitoso si no mojo
lo que no ha de estar mojado,
por si viene un apurado
de intestino medio flojo.

En un acto natural,
de parado y bien erguido
voy  jugando distraído
con el chorro vesical.
Pero en medio del ritual
cruza raudo un meteoro,
se derrumba el buen decoro,
se desploma la elegancia,
por la grave inoperancia
de una tabla de inodoro.

Esa tabla, si es normal,
es segura y eficiente.
Se levanta, diligente,
o se tiende, servicial.
Pero es bravo el festival
cuando está desbalanceada
porque altera la orinada,
el esfínter se contrae
y la tabla que se cae
finaliza en salpicada.

La pragmática ancestral
de la bipedestación
aconseja la micción,
con la tabla en vertical.
Para el caso es primordial
esta fórmula bonita
que aquí mismo dejo escrita
y es tan útil como escueta:
una mano en la bragueta
y la otra en la tablita.