miércoles, 14 de septiembre de 2016

Nada humano me es ajeno

Un brindis, uno más, ya madrugada,
al vino le pidió sinceridad
y con el amargor de la verdad
la muerte alzó una copa apresurada.
Le dije  –Te fui infiel, mala jugada,
veamos nuestro vaso medio lleno.
–Te entiendo, nada humano me es ajeno
–repuso, manteniendo su sonrisa--.
De pronto dijo  –Adiós, hoy tengo prisa.
Y el trago que apuró, fue de veneno.