Aprendieron a soñar
tus ojos de cielo y bruma
con poesías que en la espuma
escondidas lleva el mar.
Pasó el tiempo de jugar,
vendrá un príncipe a tu playa.
En la orilla se desmaya
cada ola ante tu paso
y con rojos de un ocaso
tu rubor de pronto estalla.
que de mí no sepa nada, nuestra cuenta está cerrada, ni me vengo, ni me voy. Perdoná que arrastre hoy un rencor que se resiste, pero escribo el verso triste para mí, no para ella. Si hablás con la ingrata aquella decile que no me viste.