Fotos viejas de familia
blanco y negro con matices
torna cálidos los grises
una pátina amarilla.
Un pasado en ventanillas
nos descorre su cortina
y nos trae a la retina
los retazos de otro tiempo
en inmóviles momentos,
ilusión de cartulina.
Muy precaria la impresión,
sin contraste, sin colores,
no pudieron sus autores,
darles más definición.
Pero tocan la emoción
y esas fotos son sagradas
cuando al ver la cara amada
se nos nubla la visión
y otra niebla, en el cartón,
nos devuelve la mirada.
Nos recuerdan fotos viejas
la nostalgia y la memoria.
Va pasando nuestra historia
y a esas fotos se asemeja.
Similar la tez añeja,
el semblante macilento
y el destino amarillento
de papel avejentado.
Igual sol nos ha blanqueado
y nos lleva el mismo viento.